domingo, 3 de julio de 2011

Trigésimo cuarta entrada. Soul Reaver:

Como la noche más oscura se avalanza sobre los cuerpos de los infelices y lucha. Como la guillotina más cruel se lanza al mismo punto que conecte la vida y la esencia y lo corta sin miedo, pues su vida es absorber la negrura del alma de los mortales.
Unos lo llaman necesidad y otros, simplemente, monstruosidad interna. Lo cierto es que no sé cómo llamarlo, aunque sea una necesidad, no del todo es parte del mundo idílico en el que viven sus víctimas, por lo que podría ser un monstruo que en su mundo era la criatura más entrañable. Está descontextualizado y pocos lo comprenden, lo ven como una debilidad o como una estupidez porque ellos ni sienten que su vida se derrama entre sus dedos como la sangre que corre por sus adentros...porque para ellos corre por dentro.
Así me encuentro yo, dándole de comer a mi monstruo trozos de carne tumoral de otros, dándole de alimento el mal de cualquiera que esté dispuesto a desnudar su alma ante la camilla de mi doctor favorito.
Mi monstruo está conectado a mí por un cordón, similar al ombilical, y la consecuencia es que yo soy quien digiere por él las almas que se le atragantan en el esófago, y soy yo quien sufre los ardores de las almas pícaras, las penurias de los tristes o la aspereza de los que odian.
Avanza con su cuchillo desafilado por las sombras y se esconde tras de mí al hablar, pero sigue siendo tan firme en sus actos como sigiloso.
Al estar unidos, varias veces toma el control, en las situaciones tensas o cuando tiene hambre y hay alguna presa a la que atacar, pero sigue siendo inofensivo.
Su forma es ambigua y cambiante, a veces espeluznante y, a veces, increíblemente bello. Para mí es más que un amigo al que mirar cuando se apaga la luz o cuando no hay a quien abrazar, para mí es un hermano siamés que no llegó a la condición de humano y que asume que su única posibilidad de existencia es subordinándose a mí, pero no le hace falta aceptarlo, yo soy quien asume que no viviría si no fuese porque me hace sentir vivo al darme, cada día, más ganas de levantarme.
No lo he dicho nunca, pero lo que como desaparece en algún lugar de mi cuerpo, sin llegar a metabolizarlo, así que, en teoría, carezco de alimento con el que sustentarme...si no fuese por todo aquéllo que me da, desde almas a lágrimas, yo estaría muerto por inanición.
Hay días en los que mis sueños no son más que retazos de las almas que consumí anteriormente y que vuelven para vengarse de mí por haberlas destrozado y me cuesta no sonreír al ver trozos de años atrás, desde la primera alma que consumí hasta la más reciente.
Debido a su posición con respecto a la mía, es incapaz de devorar los tumores de mi alma y ésa es mi condena, observar como el mundo cambia llantos por sonrisas mientras mi dolor crece y crece.
Con el tiempo me he acostumbrado y creo que ya no me hace falta lamentarme, soy consciente de que es mi cruz como eslabón de la cadena que compone el mundo en el que vivo, aunque debo aceptar que es algo que no me gusta y que, si pudiese cambiar, cambiaría.
Es por todo ésto que hoy tengo que lanzar la primera lágrima fugaz a la luna y el resto a mi propia vida, en busca de todos aquellos elementos cancerígenos que he ido consumiendo y que me han dado esta forma deforme, tan tumoral, tan ambigua...
Por tanto, llegados a este punto, ¿quién es el monstruo y quién es la criatura más cercana a la humanidad?¿Qué soy con respecto a mí mismo?