lunes, 28 de febrero de 2011

Vigésimo octava entrada. Viaje:

El tiempo no ha hecho más que carcomer mis huesos. Poco a poco me resquebrajo y sólo quedan de mi palabras unidas por nexos no materiales.
Mis cuerdas vocales no funcionan, se estrellaron al intentar decir te quiero y se rompieron al decir estoy bien.
Mis ojos no ven más allá del mar de lágrimas, pero tienen un mecanismo que hace que el mar parezca una fina película...no, mis ojos son diametralmente microscópicos...el agua los engrandece. Mis ojos son de color llanto.
Mi boca está seca y el viento destroza su piel, pero aún son capaces de besar labios exotérmicos...aún capaces de besar labios vivos.
Mis oídos dejaron de escuchar, se helaron al oír salvajadas y se negaron a escuchar lo evidente.
Mi nariz se negó a seguir sintiendo, mi nariz aún añora tu aroma y no está dispuesto a reemplazarte.
Mis brazos están llenos de heridas de todas las veces que intentaron bloquear tus golpes, mis brazos no sirven, mis brazos jugaban, a mis brazos no les queda inocencia.
Mis dedos no quieren jugar con otra piel que no sea la tuya y sólo se acostumbraron a los mecanismos que te encerraban, dejando los demás por imposibles...mis dedos están obsoletos.
Mis piernas me tiemblan, mis piernas quieren tu calor...mis piernas te quieren. Ellas no andan, me tiran, no les gusta mi camino.
Mi tórax está destrozado, lo destrozaste con tus zarpas y tus armas, armas que te donó la mismísima muerte.
Mi corazón está encerrado en una urna lejos de la sangre que contiene la mia, y aún busca su respiro...aún.
Mis pulmones están encharcados y no pueden más, pero aún me son fieles, y algún día volverán, lo sé.
Como te iba diciendo, amiga mía, el temporal no me acompaña, ni a mi ni a mis ideales, pero sabes que soy cabezota y que no volveré a mirar atrás, por eso te pido que no vuelvas más...ya de por sí me cuesta andar, respirar...demasiado como para tener que luchar contra tu recuerdo. Me bastará con que no vuelvas, con que me borres y me olvides.
Ahora he de seguir porque aún me funciona la mente...no te he hablado de ella...ella es fuerte y sensible. Te recuerda, te ama, te odia, te olvida. Mi mente no sabe jugar, sólo perder. Mi mente no tiene nombre, pero te usa a ti al pensar en su existencia, porque tú se la diste.
Quizás te pueda parecer que vale la pena ese camino...pero sabes que no, sabes que tu camino está conmigo, sabes que tu calor derretirá la nieve que me impide seguir...pero no quieres porque soy demasiado estúpido y porque valgo menos aún. Tranquila, no te culpo, ni siquiera te permitiría venir conmigo, pero quiero recordarte, amiga, que un día fuimos fuertes y que tumbamos grandes barreras...juntos.
¿Qué soy? ¿Quién soy? ... Ya ni el recuerdo...sólo la esencia de un pasado marchito y escondido en un cajón. Mi nombre aún sigue ahí, escondido, reforzado en plata destructora, reforzado entre poemas y rosas. Mi nombre es peremne y sólo lo sabes tú, que fuiste quien me bautizó.
Yo fui tu aliento y tu latido, permíteme ser nuestro olvido.
Adiós, antigua amiga.

lunes, 14 de febrero de 2011

Vigésimo séptima entrada. La guerra de las ilusiones:

Lucho ahora contra el folio en blanco, lucho ahora contra mi propia cabeza. Mis aliadas son las letras que forman las palabras, mis enemigos el orden y la razón, mi única motivación por hoy eres tú.
Lucharé con todas mis fuerzas, ganas y suspiros que me queden, mas por hoy siéntete tranquila, soy un penoso guerrero, pero más aún amante o estratega.
Mis catapultas están roídas por el tiempo, mis guerreros andan desmotivados, pero en mi corazón se dibuja la esperanza cuando la sonrisa que enciende mis antorchas, forja mis espadas y levanta a mi caballo se activa...
No llegarán a ti mis manos porque son de piedra, no llegarán a ti mis caballeros porque son de ceniza, no llegarán a ti mis lamentos porque son sombras, pero llegará a ti mi sentimiento, mas no lo hará en forma de espada, lanza o piedra, sino de flecha que arqueará el cielo para que cualquiera lo sepa, pues sin miedo me lanzo a cualquier guerra en la que mi objetivo seas tú o parte de ti.
Mi estandarte no existe, aunque hace tiempo fue un corazón roto, por hoy no es más que un lienzo descolorido, perdido entre muchos cadáveres, tanto de mi bando como del contrario, muchos. Mi caballo no tiene color, hace tiempo que perdió la gama cuando perdió la esperanza, la pasión, la confianza, el amor, la tristeza, la alegría...y dejó de colorearse para empezar a ser el espectro de mis sentimientos, las piernas que guian mi cuerpo. Mis guerreros portan armas de madera porque no quieren matar, quieren abrirse paso hasta ti.
Mi corazón no bombeará más deprisa ni más lento, ni siquiera más fuerte o más débil, yo estoy muerto y no lo sabes, pero tanto es así que perdí la batalla por mi vida hace mucho, y desde entonces sólo caídas.
Dime pues que no serás tú la próxima, que tu sonrisa no sólo levanta la esperanza, sino una causa justa, dime que habrá valido la pena no dormir, caer en sueños despierto y luchar contra mi mismo...dímelo.
Las plantas que piso en mi campaña volverán a crecer cuando plantemos los campos de alegría, mientras tanto sólo serán pisadas erráticas en busca de un objetivo claro, sí, pero intangible. Las ilusiones crecen y crecen, y flotan y flotan, las verás en el cielo cuando lo mires, pues hace tiempo que se hicieron amigas de las nubes y desde entonces sólo me queda la más pesada, la más irracional, y esa ilusión eres tú.
Supongo que pensarás, objetivo, que proclamaré la guerra contra nuestra barrera, pero no es así, como ya he dicho soy un mal guerrero, es por eso que necesito incentivos, y esos incentivos son gestos, miradas y palabras que cautiven a mi ejército lo suficiente para cargar contra lo que nos separa, mientras tanto...déjame acampar junto a tu ventana.
Por último no buscaré un beso, ni siquiera un abrazo, por último lo que busco es entregar mi carta escrita con sentimientos en la que en el centro aparece un gran co-ra-zón.