lunes, 14 de febrero de 2011

Vigésimo séptima entrada. La guerra de las ilusiones:

Lucho ahora contra el folio en blanco, lucho ahora contra mi propia cabeza. Mis aliadas son las letras que forman las palabras, mis enemigos el orden y la razón, mi única motivación por hoy eres tú.
Lucharé con todas mis fuerzas, ganas y suspiros que me queden, mas por hoy siéntete tranquila, soy un penoso guerrero, pero más aún amante o estratega.
Mis catapultas están roídas por el tiempo, mis guerreros andan desmotivados, pero en mi corazón se dibuja la esperanza cuando la sonrisa que enciende mis antorchas, forja mis espadas y levanta a mi caballo se activa...
No llegarán a ti mis manos porque son de piedra, no llegarán a ti mis caballeros porque son de ceniza, no llegarán a ti mis lamentos porque son sombras, pero llegará a ti mi sentimiento, mas no lo hará en forma de espada, lanza o piedra, sino de flecha que arqueará el cielo para que cualquiera lo sepa, pues sin miedo me lanzo a cualquier guerra en la que mi objetivo seas tú o parte de ti.
Mi estandarte no existe, aunque hace tiempo fue un corazón roto, por hoy no es más que un lienzo descolorido, perdido entre muchos cadáveres, tanto de mi bando como del contrario, muchos. Mi caballo no tiene color, hace tiempo que perdió la gama cuando perdió la esperanza, la pasión, la confianza, el amor, la tristeza, la alegría...y dejó de colorearse para empezar a ser el espectro de mis sentimientos, las piernas que guian mi cuerpo. Mis guerreros portan armas de madera porque no quieren matar, quieren abrirse paso hasta ti.
Mi corazón no bombeará más deprisa ni más lento, ni siquiera más fuerte o más débil, yo estoy muerto y no lo sabes, pero tanto es así que perdí la batalla por mi vida hace mucho, y desde entonces sólo caídas.
Dime pues que no serás tú la próxima, que tu sonrisa no sólo levanta la esperanza, sino una causa justa, dime que habrá valido la pena no dormir, caer en sueños despierto y luchar contra mi mismo...dímelo.
Las plantas que piso en mi campaña volverán a crecer cuando plantemos los campos de alegría, mientras tanto sólo serán pisadas erráticas en busca de un objetivo claro, sí, pero intangible. Las ilusiones crecen y crecen, y flotan y flotan, las verás en el cielo cuando lo mires, pues hace tiempo que se hicieron amigas de las nubes y desde entonces sólo me queda la más pesada, la más irracional, y esa ilusión eres tú.
Supongo que pensarás, objetivo, que proclamaré la guerra contra nuestra barrera, pero no es así, como ya he dicho soy un mal guerrero, es por eso que necesito incentivos, y esos incentivos son gestos, miradas y palabras que cautiven a mi ejército lo suficiente para cargar contra lo que nos separa, mientras tanto...déjame acampar junto a tu ventana.
Por último no buscaré un beso, ni siquiera un abrazo, por último lo que busco es entregar mi carta escrita con sentimientos en la que en el centro aparece un gran co-ra-zón.

0 comentarios: