lunes, 27 de febrero de 2012

45ª entrada. Carreteras de un solo sentido:

Llega la noche, hoy he decidido relajar al altavoz, está acurrucado en el silencio, ha parado de vibrar y no se escucha más que el mecánico sonido de las teclas al chocar con la impresión digital.
La luz sólo proviene de una lámpara que no me apunta, sólo veo una parte de mis dedos y algunas teclas, pero da igual, llevo tanto escribiendo tantas cosas que sé dónde está cada tecla.
A lo largo de mi vida he sentenciado mi vida a muerte junto a un teclado, la he escudriñado de forma que sólo quedase del problema la atomización; vencí mis cánceres, es lo que quiero decir.
Llevo unos días incapaz, como si una cuerda estuviese tirando de mí cada vez que sitúo mis manos sobre el teclado y éstas amasan la mezcla de teclas con una suave pasada momentos antes de empezar a escribir; escribo un par de párrafos, no me gustan y los borro.
Me había pasado un par de veces, pero nunca de manera tan seguida, quizás me esté haciendo viejo y mis canas las cubra el color del viento.
Al margen de mi situación, quería hablaros de los cambios, defino el cambio como un proceso por el cual, el sujeto de estudio pasa de una situación A a una B de cualquier forma. El cambio puede ser de varios tipos, pero hoy me centraré en los cambios psicológicos relacionados con la situación del individuo y sus picos de dopamina, así empieza:
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En un pueblo tranquilo donde sus habitantes dormitan a media noche, desde la lejanía se puede observar un único humo. No proviene de ninguna chimenea, ni de ningún tren. En la cercanía, junto a los grillos que dominan la sinfónica del lugar, en un tejado, un chico fuma de su cigarro.
Sus pensamientos giran en torno a su vida, piensa en el cigarro y en cómo se consume, pero no lo une de ninguna manera, no piensa en la vida como una línea que se acaba, sino como una curva que no sólo simboliza el tiempo, sino el bienestar.
Su curva es extraña, es el único chico del pueblo capaz de pensar, el resto es totalmente incapaz, al parecer una mutación lo dotó de esa capacidad. El resto del pueblo podría vivir al margen de lo que pase, les daría igual, correrían de igual forma por su carretera, sin molestar a nadie.
Es un pueblo corriente pero alejado, no necesitan nada interesante, pueden vivir en la monogamia relativa entre personas del pueblo sin problemas, aunque, claro está, surgen, con el tiempo, problemas como los de este chico.
Por votación popular este chico se llama Eric D., pero no os hace falta saberlo, sólo quería darle algo más que un caso.
Eric es consciente de que algo pasa, de que el mundo a su alrededor es totalmente estático y de que el mundo ha dejado de sorprenderlo, así que su curva, ahora mismo, está por debajo del 0 en cuestión de bienestar. Se siente aislado, grisáceo y llamativo, pero nadie comparte sus sentimientos de extrañeza con él, así que es una persona llamativa que nadie se ha dignado a mirar.
Eric, varias veces, se ha puesto en el camino de sus habitantes y ninguno ha hecho más que buscar una ruta alternativa, sin pensar, sólo ejecutando un programa base de reparación temprana de errores, proporcionado por sus padres, de igual condición.
Eric observa que se forman parejas de forma totalmente aleatoria, pero que él no está interesado.
Con el tiempo, Eric se va, pero nadie hace el amago de impedírselo, ni siquiera se dan cuenta.
Por si queréis saberlo, se estableció en una zona intermedia de una montaña cercana, mediante su observación, aprendió a construir viviendas, así que se hizo la suya propia en poco tiempo, la cuál fue mejorando. Se abasteció de semillas de distintas plantas para comer y de alguna que otra arma que intentó reproducir por sus propios medios, así, la línea de Eric permaneció en el 0 absoluto; en busca de la felicidad.
Más adelante, Eric consiguió ser totalmente autosuficiente y no necesitó nunca más volver al pueblo a coger algo que le hiciese falta, en este momento, Eric es una persona aislada y presenta una línea opaca por encima de 0, la que se ve, sin embargo, una línea transparente por debajo de 0.
Mientras tanto, desde que Eric se fue, una chica estaba presentando la misma patología que él, ella se llamaba Nara.
Nara tenía unos 5 años menos que Eric, pero vivían en zonas totalmente diferentes del pueblo, así que nunca llegaron a verse, además, ella no tenía vicios nocturnos como Eric, así que nunca llegó a verlo fumar en su tejado.
A los 20 años, Nara, al igual que lo hizo Eric, huyó. Lo hizo hacia el mismo sitio que Eric y lo encontró. De manera resumida os podría contar que Eric permitió a Nara vivir provisionalmente en su casa mientras construían una al lado, pero con el tiempo, la casa quedó a medias y Eric y Nara comenzaron una relación.
Nara, que no era partidaria de los malos hábitos, echó sal en las plantaciones de tabaco de Eric, pero a él le dio igual, un cigarro en la boca le quitaba tiempo para besarla.
Ahora, ambas líneas de Eric y de Nara están por encima de 0, muy por encima.
Me gustaría poder decir que esta relación acabó y que todo terminó, pero no fue así y, fatídicamente, tuvieron 3 hijos; Gustav, Zan y Danna.
Los 3 hijos conocieron a más librepensadores del pueblo y se organizó una nueva ciudad, a pocos Km del pueblo en la que había pensadores.
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Realmente, la historia no tiene nada de increíble, ¿verdad?
Y si piensas; ¿realmente pensaban? ¿Por qué todos fueron al mismo sitio?
El pensamiento es algo tan efímero como la elección. Todo lo que elijas ya estaba elegido, tú sólo tienes la ilusión (falsa) de que tomas la decisión por ti mismo pero todo lo que hagas es unidireccional, por lo que pudo haber estado escrito previamente, lo que nos lleva a pensar en el destino.
Quien sea que piense en el destino sabrá que haga lo que haga, no llegará a más ni a menos de lo que se le presenta asignado y quien tenga que morir siendo empresario dará igual la vida que lleve, en el último momento llegará a serlo, así como el que está destinado a morir sin hacer nada dará igual cuanto haga, pues su vida estará sentenciada.
Tanto Nara como Eric estaban sentenciados a cumplir su vida y su función, en ningún momento decidieron huir, creyeron haberlo decidido...sus vidas estaban igual de determinadas que las vidas del pueblo; es decir, no eran los primeros pensadores, sino que fueron los primeros en creer que pensaban.
Por ello, las ciudades se construyen con ilusiones y no con realidad, porque la realidad es triste, casi tanto como una línea por debajo de 0, por éso, la mentira, la subrealidad, la inconsciencia...todas son partes de un final que valga la pena.
Mi trabajo es mentiros para que, al final saquéis una lágrima o una sonrisa...mi trabajo...como si lo supiese. ¿Acaso he perdido la ilusión hasta el momento de que asumo mi existencia? ¿Asumo que todo este amasijo de letras no es más que mi triste desamparo por no poder concluir con elecciones?
Sé que hay un destino, pero no sé nada de él, ni siquiera sé si es dulce o amargo, sólo sé que hay. Da igual cuánto me esfuerce en algo porque mi destino ya habrá decidido cuánto creo que me estoy esforzando, cuando, en realidad, es mi única elección.
No existe elección, por tanto, no existen culpables ni inocentes, sólo perdedores que entraron en este juego y alguien les dijo que tenían elección. Un juez, alguien que estaba destinado a juzgar, aspira a quitarle su sentido al destino, es asumir el papel de un dios.
Así que da igual cuántas lágrimas derrames o cuántas sonrisas fabriques porque no lo estás haciendo tú; ni siquiera puedo hablarte en segunda persona cuando respiras, piensas, caminas, bebes...todo éso está programado; todo está decidido.
Nos pagan por actuar y el público sabe el final, mas nosotros no. Me frustra creer ser consciente y, a la vez, caminar como el borrego que soy hacia el final del precipicio hasta caer.
Tengo medio cuerpo roto y otro medio sufriendo por mí mismo, ¿hasta qué punto aguantará mi triste máscara que no hace más que tapar el desconsuelo de quien no tiene más mentiras ni para sí mismo? Ha llegado el momento de contaros que la máscara se agrietó y que de ella sólo quedan las cenizas que la componían; me acompañó desde el principio hasta aquí, pero su destino era morir entre letras; contaros cómo estoy realmente; ofreceros mi sinceridad de plata y pagarés.
Aquí me tenéis; podéis juzgarme o sólo matarme, el tiro dará igual, siempre irá a mis ojos, es mi destino; vivir ciego, morir entre lágrimas que escuecen.