martes, 24 de mayo de 2011

Trigésima segunda entrada. Suspiro:

Canción recomendada
Hace más de 10 años mi bisabuela me preguntó que por qué había suspirado(lo acababa de hacer). En ese momento un aburrimiento de niveles superiores a los que estaba dispuesto a aguantar me atacaba pero no quise sacarla de su mundo adulto de críticas, sonrisas oscuras y vino del color de la vida, ése que se toma cuando se tiene miedo a morir, así que decidí mentirle y alegar alucinaciones propias de una octogenaria. 
Hoy estoy bajo las estrellas, sobre un trozo de plástico, como si fuese mi tumba. A mis lados están mis amigos, pero ignoran mi presencia tanto que ni siquiera perciben suspiros agónicos que lanzo desesperado. Ojalá mi bisabuela me bañase de nuevo en las corrientes del esoterismo, de la sabiduría más vital que he conocido, en las costas de cuentos, nanas y canciones que fueron parte del proceso de formación que me dio lugar. 
Las estrellas me llaman una a una para que las mire, celosas por no ser la primera ni la siguiente, muertas de aburrimiento, suspirando para que alguien les lance un saludo sin tener que, por ello, reflexionar sobre su vida. 
Cada vez que pretendo hacerle caso al tiempo mi cuerpo responde menos hasta que caigo en un estado de lo que yo definiría como catarsis. 
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Yo y mi ramo, mis zapatos repiqueteando la acera a cada paso. Yo y mi estúpida sonrisa, mi pelo recién mojado, mi bonobús dirigiéndose a esa máquina que hace bip. El asiento libre que reposará por un rato mi felicidad. 
No es nada especial, sólo el día que elegí para definir palabras como amor, pasión, cariño...mi día. Sigo caminando entre pasillos de cristal, ladrillo y carne sin alma que ve con malos ojos que yo pueda llevar un ramo y una estúpida sonrisa. 
Todo es tan bonito desde esta perspectiva que parece que el olor a alcohol de mi compañero de asiento es parte de una nueva fragancia de moda entre las pituitarias más selectas, de nuevo mi visión es del color de la rosa más bella de tu jardín.
 Sí, sigue siendo hoy, mi reloj sigue sin existir, sólo queda del tiempo lo que decida ser, no ataduras, no obligaciones más que con mi alma, porque hoy es el día en que defino amor, pasión, cariño...hoy es mi día. 
Yo y mi estúpida sonrisa cabalgamos por encima del tiempo, del espacio, de la física...por hoy estamos por encima de la ética, de la fé, de la razón...hoy es mi día y el tiempo se acorta para calebrarlo...mi estúpida sonrisa crece y crece como la erección es víctima de la exitación; mi sonrisa es víctima de un alargamiento progresivo porque estás cerca...sí, lo noto. 
La poca sangre que le queda a mi cerebro se distribuye por mi cara para darme esos colores vivos que te permiten sonreír por no ser la única que se despide de un contexto en el que no vive para deslizarse al lugar en el que estamos juntos, donde nuestras lenguas juegan entre armarios de calcio y nuestros ojos se cuelan en un mundo de una oscuridad tan cálida que pensaría que estoy ardiendo si no fuese porque el humo que llega a mis fosas nasales no fuese tu aire...tu fragancia, tú. 
Estás allí, esperando tu ramo. Yo estoy aquí, esperando a mi sistema nervioso, esperando poder correr, andar, gatear...lo que sea hasta ti. 
Estás aquí y lo único que puedo hacer mientras mi sonrisa, cual telón, deja ver mis dientes impolutos por un cepillo cruel y mi mano nerviosa, nuestras narices chocan y se arrugan y nuestros ojos bajan hasta el corazón del otro es sentir que mi alma se une a la tuya como imágenes difuminadas en un humo ascendente fruto de exhalaciones en las que expulsamos todo lo que no nos hace falta ahora y, por fin, soy capaz de sentir el calor de tus labios sobre los mios, la finura de la piel del pecado sobre la piel de la estupidez. 
"Éste es tu regalo"Dice mi estúpida boca, y tú no eres capaz ni de inteligirlo, así que decides lanzarte a robarme otro beso, pero me separo con una sonrisa inocente y te lo digo al oído porque éste es tu regalo físico y aún te espera mi definición. Lo coges sin entender muy bien qué significa algo tan corriente, pero ahí estoy yo para darle un sentido más teórico, con un abrazo que une nuestras almas y nuestros cuerpos me acerco de nuevo a tu oído y puedo vocalizar lo que el nerviosismo me permite, pero es algo así como: 
"Bueno...aquí estoy...(se me escapa una pequeña sonrisa en clave de sol)éste es tu regalo, sé que parece poco más que cuatro rosas e hierbajos que la de la tienda ha puesto para que parezca más frondoso, pero son cuatro rosas y lo que significan. No puedo dártelo porque sin él no podría quererte, acariciarte, besarte...así que ésto es como el cheque que indica que lo tienes desde ahora. Parece que no pero estas cuatro rosas son mi corazón y es todo tuyo, son los cuatro aspectos que te cedo; el amor, la rosa, la pasión, la roja, la confianza, la amarilla y la lealtad, la blanca. Mi corazón es totalmente tuyo desde hace tiempo, pero ahora será tangible. No tienes por qué tener miedo a destrozarlo porque debes saber que siempre estaré dispuesto a repararlo porque, ante todo, te amo. Podrás pudrirlo, quemarlo, destrozarlo o secarlo, pero siempre estaré dispuesto a repararlo porque si bien tú tienes mi corazón; controlas sus latidos...te quiero"
Sus ojos son fuegos artificiales y, supongo, mi sonrisa más estúpida. Ella se queda unos segundos mirando a mis ojos buscando en su blancura habitual una posible respuesta con sentido, pero lo único que se nos ocurre a ambos es volvernos a besar y nos abalanzamos el uno sobre el otro, pero el tiempo se relentiza para ella y yo lo noto, ella empieza a congelarse, el paisaje empieza a desmoronarse en el horizonte y ella empieza a desfragmentarse...millones de píxeles quedan de lo que antes fue el día que definí amor, pasión y cariño mientras lo que queda de mí, mis zapatos y mi ramo caen en picado en un contexto totalmente negro e inanimado. No puedo evitar quitar mi sonrisa y extrañarme, mirar el ramo y verlo destruido mientras caemos, mi mundo acaba de ser destruido y...

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"Migue, ¿estabas dormido? Jajajajajaja ¡imbécil!"
En mi mente entonces sólo suena una canción de fondo y un sonoro "no vuelvas a volver" que se traduce en mi organismo a un suspiro.

viernes, 6 de mayo de 2011

Trigésima primera entrada. 30 las letanías:

Canción recomendada 
Si bien nunca os he hablado de la historia de la ciudad llamada -C- lo he hecho para salvaros de lo que posiblemente es la locura más innecesaria.
Está habitada por peculiares personas, todas distintas, todas unidas.
Las casas son individuales y familiares, es una especie de requisito, de colores pastel que le dan un aspecto macabro al lugar. Todos los jardines son lugares donde pelotas, bicicletas y coches aparcados conviven bajo el reinado de aspersores y su juego con el perro de algún vecino que se olvidó de enseñarle a no ladrar.
Todos los padres de familia son empresarios con maletines marrones, negros o metálicos, a gusto del consumidor, y todos salen a la misma hora para dejar a su familia a la luz de una cocina marchita, vacía en parte. Las madres de familia crean un matriarcado vecinal cada día y luchan en discusiones políticas sobre la ciudad cada día en su trabajo como representantes  del progreso y la unidad.
Los chicos y las chicas nacen sabiendo su destino y cómo prepararse el desayuno. Estudian en colegios sin barrotes y sin jardines, con mesas tricolores y con profesores enchaquetados.
Todos los funcionarios son exteriores a la ciudad porque dañarían la imagen de progreso empresarial y unidad política, así que cada día la autopista principal se llena de colores metálicos cubiertos de monóxido de carbono que rugen, como leones.
-Y- es un chico de la ciudad que decidió rebelarse viendo que todo era tan mecánico que podría deducir qué pasaría segundo a segundo. Todo funcionaba como un reloj...
Quizás querréis saber por qué -Y- era el único que parecía interesarse en este hecho...y la verdad es que el destino se le rebeló a él. Su familia no tenía ningún sobresalto habitual, como cualquier otra, sólo pequeñas broncas a la hora de comer por las notas de -Y-, pero desde hacía un año su hermana -X- dejaba esas conversaciones para recostarse en madera de pino en el cementerio regional a causa de una enfermedad congénita que no afectaría a -Y-, pero que parecía ser causa de un mal uso de las señales telefónicas.
-Y- perdió a su hermana a los 12 años, siendo su hermana 2 años mayor que él, como era costumbre regional. No perdió a una hermana, perdió su propia alma, su amiga, su confidente, su compañera a la hora de correr del perro del vecino.
Era el único sin hermana en la ciudad, pero los chicos estaban tan bien entrenados que no hacían más que prestarle su apoyo, aunque para -Y- no era suficiente porque su hermana nunca soplaría más velas en su cumpleaños ni le contaría historias fantásticas...-Y- desarrolló su imaginación para poder dormir a falta de la de su hermana.
Su ventana cristalina no era más que un cuadro en movimiento que cada día señalaba las mismas escenas y él se cansó, así que decidió vengarse de la monotonía. Planteó primeros problemas al pintar buzones de color verde con pintura acrílica y rapó al gato de su vecina ya anciana.
Pero cada día seguían las mismas escenas porque todos pensaban que el responsable sería exterior al pueblo y no se hizo más que ensalzar la imagen de unidad ciudadana y de progreso con respecto al resto.
-Y- no cejó en su empeño y cada día ideaba nuevas formas de romper el habitual equilibrio que caracterizaba a aquella ciudad, pero nunca conseguía nada.
Creció poco a poco intentando escapar de aquel lugar, pero nunca consiguió nada atado por tantos chicos y chicas educados para ayudarlo a superponerse a la pérdida de -X- y por la común vigilancia de la frontera entre la ciudad y "el mundo exterior" por parte de los funcionarios.
A sus veinte años, -Y-, seguía inmerso en un mundo paralelo y lejano al que volaba con alas plumadas de ángel, donde sólo estaba él y el eterno cambio necesario para su desarrollo. Pese a querer cambio nunca se planteó cambiar su propia vida para no ser malmirado, quizás porque sabía que la estabilidad de una rutina le ayudaba a seguir escapando del mundo y olvidarse de que su hermana no estaba. Pero llegó la edad en la que los chicos se despedían de sus familias y, con una coordinación exacta, todas las puertas de las familias con hijos de 20 años se abrieron, excepto la de -Y-, que aún se despedía de sus padres.
Horas después él marchaba a su nueva casa que, entre dinero del banco regional y sus padres, se había comprado. Evidentemente la compró en "el mundo exterior" pese a que sus padres intentaron convencerlo, pero la ciudad lo vio bien "para que su progreso se difundiese y el mundo fuese mejor".
La vida de -Y- cambió lo justo para tener que buscarse trabajo en vez de estudiar y para que empezasen a entrar chicas en su casa, pero no era suficiente para suplir la falta de su hermana, ni el sexo ni estar ocupado. Y así vivió, durante 23 años, atado a una rutina que él era incapaz de entender, descansos regulares, clientes rutinarios...
Apesadumbrado, -Y-, que nunca tuvo más que su imaginación, decidió acabar con su vida y entre una cuerda y un tabique en la pared superior de su piso sin apenas decorar finiquitaron su garganta sin ninguna resistencia por su parte.
En la ciudad, que seguía de cerca su vida, se montó un gran revuelo, tal que hasta los hombres fueron aquel día a la reunión política para saber cómo interpretar aquel suceso. Miles de propuestas para entender aquello, pero no convencían a nadie, y, entonces, de los labios de la mujer que había cuidado de -Y- durante veinte años, cuatro meses y tres días salieron sentencias abrumadoras pero, quizás, correctas:
"Nunca hemos discutido la corriente que hasta ahora hemos llamado tiempo. Hemos vivido al margen de lo que, quizás, fuera una línea elíptica, al contrario que circular. Hemos dirigido el progreso desde tiempos que algunos ni han vivido, como yo. Desde los tiempos de la primera familia que se situó aquí en busca de mejores condiciones en un mundo hambriento de sufrimientos. Ahora, que la línea vuelve al principio nos negamos a aceptar que no es más que un simple estado cíclico y que esto que le ha ocurrido a mi familia no es más que la muestra de que nuestra existencia ha llegado a su fin. Hemos alcanzado el límite, y tal fue así que decidimos seguir progresando pese a que este progreso nos cueste el bienestar de nuestros hijos o incluso su vida. Ahora es, compañeros, cuando debemos apartarnos y dejar al mundo continuar a su ritmo."
Quizás desde un punto de vista más racional, esta visión suicida es una locura, pero en la ciudad todas las miradas bajaron y lo comprendieron como cierto.
Días después y ante la sorpresa de los funcionarios, la ciudad era la sombra de un fantasma y las familias eran la estampa del hastío presente en -Y-, todas muertas unidas, pero de distinta manera, cada una con su propio ritual. Los perros ladraban ahora a las puertas cerradas y el cielo ocultaba al sol que no era capaz de soportar aquel suicidio en masa.
La ciudad, que hasta entonces fue la cuna del progreso y aquella cumbre que perseguía toda civilización que la conociese, fue la que invocó a un suicidio en masa aún mayor y pocos meses después los perros ladraban más puertas a lo largo de todo el mundo.
Todo ésto pasó en otro mundo, pero pasó, y de todo lo que una vez fue sólo quedó un sueño, el sueño de -Y- de cambiar el mundo...