martes, 21 de agosto de 2012

Promesas de marfil, ojos de cristal.


                Bebí sin sed y besé sin pasión a mi dama de humo con cara de alegría idílica, pero no encontré ni la saciedad ni la excitación, sólo una luna más, resucitada por las ganas de que brillase de millones de personas y el cumplimiento para pocos; 3 ó 4 suertudos.
                Caminé sin pies y reí sin boca porque lo verdaderamente importante no es lo que quieres, sino lo que te lleva a lo que quieres porque “la felicidad está en la antesala de la felicidad”.
                Llevo ya mucho sin gritar lo que susurro porque siempre se me escucha como ratón que discute con gato, porque siempre me acallo ante el triste destino que me lleva a lloriquear sin sentido.
                En mi camino de negrura de borracho, ésa que viven cuando van solos de madrugada por calles desiertas donde sólo queda gente como ellos, vi familias despidiéndose entre risas y abrazos, a niñatos emulando lo que creen que, por ser “de adultos”, les hará más alfa y mis pasos resonando cual eco en mi cabeza, metrónomo de ideas de las de puños cerrados y mandíbula encajada.
                Vi con los ojos cerrados y saboreé con mi mano pero nunca supe qué hacer cuando se me caía el alma a sus pies y sólo me rescataban las ganas de volver a ver el sonido de su sonrisa.
                De citalopram en prozac, mi piano se fue resquebrajando, poco a poco, hasta que dejó de sentir; dejé de beber sin sed, besar sin pasión, caminar sin pies, reír sin boca, ver con los ojos cerrados o saborear con mi mano, ni siquiera era capaz de cantarle a los folios mis canciones, sólo podía quejarme de no poder hacerlo. Algo le pasó al marfil de sus teclas y yo no eché cuenta cuando me pedía a susurros que lo ayudase, supongo que, por eso, hoy día me siento incapaz de susurrar a voces, quiero gritar en silencio y llorarle al mar, echándole un pulso a ver quién sala más a quién.
                Ya no soy capaz de comer sin hambre ni de llorar de alegría, ahora soy más de escuchar al tiempo en un sofá, un sillón, una silla, una cama…pasando sin piedad. El único llanto que oigo es el de mi conciencia cuando aún no he hecho lo que debo y me siento zombie, de traje y corbata, pero zombie.            
                ¿Qué más da? – Me dije. – No importa pagar por algo que quieres cuando sabes lo que quieres, que es lo importante. – Y no estaba equivocado, era verdad que quería lo que sabía que quería, pero… ¿cuánto estaba dispuesto a pagar? Ni yo mismo lo sé, ni pregunté ni leí la letra pequeña, simplemente lo hice, cambié el humo con aroma a naturaleza por vasitos de agua con pastillitas efervescentes y sonrisas que no sé si se fuerzan o me salen solas; por una eterna paranoia de no saber qué pasará cuando deje de medicarme el corazón, si seguiré como estoy porque es como estoy o estaré como de verdad estoy, siendo clara evidencia de que esto no es más que otra máscara, de plástico o probeta, da igual, máscara y ésta, aún más cruel porque ni yo sé que la llevo, sólo lo sospecho.
                Desarrollé anticuerpos sin enfermedad y no dejo que nadie se me acerque porque le lanzo radicales libres a la cara, no sé si por miedo, inseguridad o simplemente facilidad para alejarme de los problemas pero sólo veo lágrimas cuando alguien me intenta excavar la carne, y no suelen ser mías. Mis palabras dejaron de ser de seda para convertirse en purísima nuez moscada; solas saben mal y pueden llegar a ser tóxicas en cantidades superiores a 10 g., por lo que no sé cuánta gente ha necesitado ya lavado de estómago de escucharme, leerme o, simplemente, mirarme a la cara.
                ¿Qué será? ¿Qué será? ¿Qué será? ¿Está mi piano roto o sólo sucio porque una pastilla ha tapiado mi sala de música y ya nadie lo toca? ¿Por qué hoy he podido escuchar su melodía? Empiezo a pensar que el humo me medica más que los vasitos de agua y eso me da miedo porque, entonces, tengo claras muchas cosas; ideas sobre la vida, la muerte y sobre lo que de verdad quiero. Ahora, más que muchas veces, maldigo cumplir lo que prometo.

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