miércoles, 20 de octubre de 2010

Vigésimo tercera entrada. Tren:


Nunca me atreví a pensar que una vida pasajera pudiera causar tanto daño a la maquinaria del tren. Los vagones perdidos buscan al revisor que marque un billete exacto en esta vía destrozada.

Se fue dejando una marca de evidente vandalismo, y, aunque lejos, aún se rompen ventanas. El carbón se lo llevó, se mueve con la voluntad que le queda y con la experiencia del conductor.
Aunque sea tren existe en un mar de inquietudes y las pocas farolas que iluminan su camino se rompen al pasar. Pasajeros con ilusión buscan desde las ventanas las estrellas en el cielo, pero el humo que suelta por añoranza a falta de carbón tapa el techo oscuro de por sí y sólo permite ver espacio en la inmensidad del viejo y roído tapete negro donde una luna nueva existe inexistente.
Un antiguo viajero con gabardina y sombrero sentado juega al ajedrez tranquilo y sereno, en peores situaciones ha estado el tren y él sólo se levanta para comer. Su contrincante es un chico escuchando música y se cuentan por miles las partidas; todas empatadas.
El cocinero es una persona agradable, pero no intimida con personas, sólo con la comida, quizás está loco pero un dia explicó con grandes argumentos su filosofía, por lo que nadie lo molesta.
Este tren continúa a duras penas y algunos mecanismos le fallan. Circula con pocos pasajeros y tiene la esperanza de que en la siguiente parada suban nuevos pasajeros y algún que otro mecánico. Con la vista apuntando al horizonte el tren continúa, y la esperanza le es más que suficiente.

1 comentarios:

SyRisS dijo...

Me ha gustado mucho esta =), que tren tan acogedor yo nunca me bajaría.