domingo, 3 de abril de 2011

Trigésima entrada. Existencia relativa:

La vida pasa a mi alrededor como la corriente que solía ser, a la misma velocidad. Las mismas caras y voces pasan sin un orden concreto, sin una finalidad determinada.
Yo estoy aquí y lo noto, el tiempo no gira, el tiempo se mueve de forma lineal.
Me arden las entrañas sabiendo que estoy aquí, echado, escuchando música, quemando mi tiempo y, mientras, tú estás donde quiera que estés, muriendo poco a poco. No me gusta la sensación que me hace percatarme de que nuestro tiempo se acaba y no estamos juntos.
Odio ver tu sonrisa y pensar que el tiempo se detiene, porque sólo se detiene para mí.
Odio verte feliz porque me hace pensar que no soy digno de intervenir para fastidiar como suelo hacer.
Sigo siendo lo que solía ser sin ser lo que solía pensar que sería. El tiempo sigue pasando, mi ropa sigue siendo la misma y mi expresión no cambia por mucho que me muera al pensar que me muero sin ti y tú sin mí.
El viento me acaricia lentamente, ¿crees que quiere que piense en ti?
Creo que he perdido otra batalla sin luchar, creo que me he vuelto más débil. No quiero no poder defenderte de los problemas que la vida te pueda proponer...tengo miedo a no decirte tantos te quiero como pueda y a no poder siquiera abrazarte.
Intangible como un espíritu y tan presente como mi musa. Sí, eres mi musa y la paradoja es que al pensar en ti me quedo sin palabras, quizás me debería dedicar a otra cosa...pero no, tengo que pensar en ti parte a parte para poder arrancarme estas palabras paganas que ni siquiera reflejan una media parte de lo que mis sentidos captan de ti. Me hunde tu existencia porque no estás junto a mí para levantarme.
Sigue siendo tarde y yo debería dormir para soñar algún mundo donde no estés, porque no te lo he dicho pero en mis sueños apareces poco, será verdad eso de que eres real...
Has azotado mi mente de tal manera que no soy capaz de pensar con claridad sin ver tus ojos estrellándose contra mi parte más sensible. Oh, es tan difícil vivir contigo en la mente día tras día...
Tú no la ves, pero yo sí veo esa barrera de cristal que nos separa; tu timidez y mis ansias de no ser el huracán que destroce tu existencia, no quiero perderte pero por ti me perdería yo.
No quiero ni imaginar cómo seríamos juntos, pero no vamos a estarlo, somos fuerzas distantes, ni siquiera leerás ésto, ¿para qué engañarnos?
Seguiré siendo tu nada, aquello que vive en el rabillo de tu ojo, aquello que tiene frases para todo que tú no escucharás. Seguiré siendo psicólogo para muertos y daré vida a los vivos, pero seguiré siendo yo el más frío de todos al final, sin ti.
Seguiré tirado en la cama lamentándome, seguiré siendo un triste cadáver prematuro, viviré en un reino de esperanzas ahogadas en pozos de realidad.
Tiraré todos los castillos de naipes que te apunten, te lo prometo.
¿Sabes cuántas veces al día suspiro pensando en ti?

0 comentarios: