lunes, 17 de octubre de 2011

39ª entrada. Music's in the air:

El jazz inunda mi habitación con un suave contoneo, Frank se cuela por mis pabellones auditivos y suelta su flow estelar para concederme, una vez más, un respiro mental.
Es curioso como el susurro de la música puede jugar tanto con un estado anímico, un pensamiento o una idea...vivir prendado a un baile metafísico, sí...
Así empieza la saga del tango donde el romance se carga la frívola realidad con una rosa en la boca y promesas de cama excitantes o el breakdance o la capoeira donde el baile casi se mezcla con la lucha, un momento en el que posee la sintonía al alma y la hace vibrar y expulsar todo lo que le sobre a través de energía.
Hay algo que siempre he envidiado de Frank, su capacidad para parecer feliz pese a que se ahogue de vaso en vaso luchando contra la vida porque no se disipe desde su hígado, es curioso, pero no contagioso.
La música siempre ha estado presente en este mundo en el que vivo, desde la cuna hasta la tumba espero que me acompañe y me mezca desde el principio al fin, que mis párpados caigan de excitación, mis labios sientan mis dientes y que mi cerebro subsista con un trozo de aire durante un rato, olvidándome de que mi alma se escapa por cada poro de mi piel y baila salsa con mi cuerpo, muerto donde sea, sobre la silla, la cama o el asfalto mientras camina en modo piloto automático.
Música; motor y combustible.

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