martes, 1 de noviembre de 2011

40ª entrada. Baño de ilusiones:

"No solemos ser más de lo que somos aunque se nos pida un esfuerzo extra en determinadas ocasiones. Botamos entre nuestros límites como la bola entre las barras de ping pong del spectrum."

Dio una carrera hasta el borde, a cámara lenta, como si la cámara del tiempo que lo grabase estuviese defectuosa y no pudiese ir más rápido, en tono sepia.
Es curioso como, aunque tengas ropa, si es ancha y corres, notas el viento fluir abrazando todo tu cuerpo, como si te tuviese cariño y no quisiese poder saborearte tan poco.
Llegó al borde y saltó, como saltan los paracaidistas, como saltan los acróbatas o los que tienen un charco delante de ellos. No sintió más que su respiración durante el salto. Sus brazos casi giraban, sólo casi, no pretendían hacerlo...es el deseo del ser humano volar, lo intenta, intenta asemejarse a lo que vuela, aprendemos por imitación, como nuestros antepasados evolutivos, aquéllos que no guerrean pero son inferiores, aquéllos.
Choca con el agua, el agua se aparta con respeto de la zona de impacto, como invitando al ser a que entre. Salpica hacia fuera, se aleja, no quiere molestar pero hace ruido para quejarse de la falta de respeto de quien entra, no la trata como ella, no entra despacio, entra de forma veloz, con la prisa del que desaparecerá...el agua no desaparecerá...
Se deja hundir, poco a poco desaparece la existencia, sólo queda su esencia rodeada de fria inexistencia, de materia inorgánica respetuosa con su esencia, respetuosa pero indiferente, como el botones que lleva las maletas del huesped a su habitación.
De repente nota que ya es suficiente, sus extremidades, que se habían dejado llevar, vuelven a moverse hasta que avanza hacia la superficie, poco a poco, sin prisa, sin cansancio, sólo necesidad lejana de volver a respirar, de volver a demostrar que sigue con vida.
Llega a la superficie sin problemas, respira hondo sin hacer ruido, odia la gente que respira todo sin compartir, que se lo traga todo para sí. Mira al techo inexistente, mira a la bóveda que lo cubre, una nocturna y luminosa capa de negrura extraña. Estrellas que escupen su energía en forma de luz y demuestran al personaje que sigue existiendo con un cuerpo efímero, imperfecto, labrado por siglos de evolución lenta y con millones de excluidos para continuar la serie.
Se mueve sobre la superficie apartando al respetuoso material líquido mientras éste viaja sobre su hombro, gotas viajeras que endulzan su vida con un viaje a la velocidad de la materia viva.
Llega al borde y se remonta sobre sus brazos, fuertes para matar una hormiga, débiles para tirar hormigón. Se postra ante la realidad al poner la rodilla sobre el borde y sin levantar la cabeza en todo momento, con la visión en el, cada vez más lejano, suelo.
Se quita la ropa mojada, si antes cubría su cuerpo ahora intenta asfixiar con su abrazo del que tiende a morir y se aferra a la vida, con el abrazo del que no puede con su peso y necesita apoyo...mas le da igual, se quita la ropa.
Su toalla está seca, esperando, como si su existencia no fuese otra que servir a la humanidad por ser un fallo de costura, benditos fallos que nos han dado la vida. Malditos fallos por ser causa de todos los desarreglos de nuestras vidas.
Se seca lentamente, con respeto a su cuerpo, pero no al agua. Respeta su existencia y lo que la cubre, respeta lo que le dieron pero no lo que consigue.
La toalla cae sin fuerzas, exhausta, pero le da igual, es insensitiva.
Anda despacio, respeta el silencio, odia hacer ruido al golpear con los talones el suelo, anda casi de puntillas, sin zapatos ni calcetines, sin zapatillas ni bolsas de basura que cubran lo que cubre la realidad.
No queda nada del cielo oscuro y estrellado, desordenado, como si un dios hubiese jugado con las estrellas y le diese pereza recogerlas, como si un niño hubiese creado el entramado y hubiese dado cuerda al tren...que descarrilará. Descarrilará porque el niño está cenando y el tren corre hacia las desordenadas estaciones, habrá giros imposibles y lo sabemos, rezan/rezamos para que no descarrilemos, nadamos en nuestra propia conciencia buscando razones para que nuestro tren no descarrile...
Nadó durante años en su pequeña parcela de agua a la que llamamos piscina..."Su pequeña parcela"..."Su pequeña parcela"...¿Creéis que un dios permitiría que sus creaciones..."Sus creaciones"..."Sus creaciones"...tuvieran posesiones? Podemos darle una espada a un jueguete o un teléfono, una pistola o una cuchara, pero no serán suyas, desaparecerán al poco, nuestra imaginación se las arrebatará, seguirán siendo del dios...y el juguete pensará que era suya...pero no lo era...como su vida no le pertenece...
¿Alguien ha hecho jugar a sus juguetes a los juguetes? ¿Así se siente un dios?
Un dios se dejó los juguetes sin recoger mientras cenaba y los juguetes jugaron...Un niño nos tiró y nos sentimos importantes.

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