miércoles, 23 de noviembre de 2011

41ª entrada. El color del llanto. Introducción:

Todo comienza con una risa, todos lo ponen en duda y creen que empieza con un llanto, pero no, es una risa.
¿Se preguntan de qué hablo? Hablo del nacimiento, hablo del momento mismo en el que se concibe la vida y su sentencia. Los infantes no nacen del llanto, nacen del placer o del odio, del oportunismo o de la salvajada, nacen de una risa y, algunos, con un llanto parejo.
Todos se parecen, todos se deben a un escupitajo del destino sobre la diana del alma y ésta se cuela entre las rendijas de la carne para permanecer dentro hasta que se forma la víctima y ésta, como tal, llora...pero no nace llorando, nace entre risas.
Suelen acariciar las barrigas porque dentro está un alma girando y girando para no perder calor, por éso las caricias son circulares, porque las almas giran, como la tierra, como los borrachos o los que se van a marear, "y, sin embargo, gira", por supuesto se refería al alma.
Cuando terminan de generarse intrauterinamente salen, puede ser antes de que el alma se haya asentado totalmente en su cuerpo y puede perderse, por tanto, entre la comodidad y la realidad.
Todos flotamos en un líquido amniótico que, a mí, siempre me ha recordado a sueño, si pronuncio amniótico mis párpados flotan de igual manera sobre el mundo de Morfeo y besan musas del sabor del azúcar que olvido una vez termina la risa. ¿Si todos flotamos sobre lo mismo, y todos tenemos alma, quiere decir que el líquido amniótico tiene parte de alma? No, el líquido amniótico es la esencia del eterno sueño, las almas están despiertas siempre, lo que nos falla es la memoria, pero antes del parto sentimos y nos contraemos de rabia cuando nuestro equipo de fútbol pierde o cuando la bolsa crackea, pero sobre todo cuando tenemos más hambre que nuestra madre porque, sobre todo, somos parte de una circunstancia exterior.
Da igual dónde nazcamos, lo hacemos entre líquido amniótico, pero no da igual dónde nazcamos, porque no siempre lo hacemos con un pan bajo el brazo.
Decía un músico que el país de nacimiento no es más que la maceta donde cayó nuestro polem y no es mentira, las fronteras están creadas para que cada abono de maceta sea distinto, así, los que primeros fueron conscientes de que podían crear fronteras resistentes, lo hicieron.
Todos teníamos comida y abastecimiento, pero nos encauzamos en la vida del sobrepeso de occidente y, para el resto, el progreso decadente. La gente no necesita seda, pero la tiene, arrastrando los cultivos de maíz a donde no hacen falta y los de seda a donde no hace falta. Nadie que recoja seda llevará un traje de seda, pero la recolecta.
Así pues, es cómodo quejarse desde un sillón, con mi teclado y mi taza de "I love London", mas no lo haré, no me quejo, me siento afortunado porque tendrías que tirar una moneda y que cayese 6 veces del mismo lado para tener tanta suerte como yo, por éso no me voy a quejar, lo que voy a hacer tampoco es reivindicar, lo que quiero hacer es revelar.
Las lágrimas no caen igual allá donde las veas, en algunos lugares describen una curva perfecta, en otros, caen de forma llana, sin interrupciones...me refiero a los mofletes y sus causas.
Sin más dilación, que comience la función:

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