sábado, 3 de julio de 2010

Dieciseisava entrada. Soledad:

19 de Abril de 2009:
Yo, que estuve en el infierno y el cielo, recuerdo el pasado, aquel del cuál, ineptamente, me alejé. Un pasado tenebroso del que huí con temor de que me corrompiese, ahora, que recuerdo un pasado más presente, entiendo por qué huí y por qué no debí hacerlo. La explicación es sencilla, cuando alguien es, por naturaleza o errores del pasado, triste, es mucho más feliz, es decir, cuando alguien está triste y no ha conocido la felicidad, ya sea afectiva, social o simplemente por la realización de la persona, es feliz porque cualquier acto de bondad es como un mundo para él y se siente querido. Buscamos un lugar al que escapar porque no somos capaces de aguantar nuestra carga y desviamos nuestra carga de cualquier manera, cada persona tiene sus vías de escape. Ahora entiendo que la carga te hace feliz porque te das cuenta de que mucha gente, que también está triste, te ayuda a soportarla. Cuando eres feliz, lo sabes, y también sabes, en el fondo de tu alma, que no será para siempre, es una droga, y por mucho dinero que tengas, algún día se te acabará, y no podrás volver a comprarla, y sufrirás. Sabes que tu sangre, contenida en una urna de cristal muy fino, saldrá por alguna grieta, hasta que tu cerebro no pida más que un simple respiro sanguíneo. Quiero volver, no al pasado repleto de rosas y mariposas, quiero volver al de espino y crueldad, sin recordar el otro, quiero volver a saber lo que es la felicidad a nivel celular, lo que es que sepas que no puedes tener nada que te saque y te dé igual porque te vuelves fuerte. Aunque, he de admitir que me divertí, que si lo supiera quizás caería de nuevo sin arreglar nada, no me arrepiento del pasado, me arrepiento de no tener la llave a mi felicidad actual, escondida en el fondo de tu esencia. Te fuiste, se nota tu soledad, dejaste una carta escrita con la sangre que se derramó de mi urna, sólo invoca a mis lágrimas, pero es la parte más bonita de mi vida. Qué hacer cuando sabes que tu vida no es más que una ruleta, una moneda que gira en el aire hasta llegar al suelo, unos dedos temerosos de elegir mal. 2 opciones que debaten, siendo tú la víctima, siendo tú el que menos opciones tiene. Tu mente, dividida en 2, mi mente, dividida en millones. Qué hacer cuando una parte de tu mente decide que tu misión ha acabado y la otra que aún tienes que disfrutar, cuando piensas que tu vida no tiene sentido pero que lo tendrá, cuando no quieres vivir en un infierno porque viviste en el cielo, cuando quieres volver al limbo...todo es más feliz con el calor, lo admito, pero prefiero mis hielos. Quiero muchas cosas, pero lo que más quiero es librarme de una carga de la que no tuve culpa, esta cruz no debería ser mía y sin embargo lo es.

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